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Mostrando las entradas de abril, 2015

no pares de reir

No podría fallarte porque me fallaría a mí misma. No puedo dejar de pensarte porque en esos instantes olvidaría hasta el origen de las cosas, como aquella peste del olvido que cayó en macondo, o como la mancha de sangre en la camisa de fiamma, imborrable pero traicionera, no puedo dejar de amarte porque andaría perdida buscando a reina en new york, cuando lo único que sé que es que me iría a donde tu quisieras que yo fuese, es más, sin permiso alguno tomaría mi nombre y mi apellido y los pusiera a echar andar, donde nos amemos como esposos sin casarnos, el pecado de vivir para tus deleites y morir recostada en tu costado. Esas cosquillas que te hacen sacar la carcajada más bulliciosa del mundo entero, donde te la presiono apunta de besos hasta hacerte pensar que estoy tremendamente enamorada de tu sonrisa bajo mis pantallazos desolados…Autor: Andrea s

resulto siendo la protagonista

A la edad de 12 años empecé escribiendo monólogos sin saber que era, como se comía eso. En mi ignorancia danzaba con la tinta en mis piernas siempre cerradas, corría con el falso remendado hasta 15 dedos arriba de la rodilla, pero esa noche cuando el punzón desgarraba mi pecho, y los golpes taladraban la pared, decidí reconectar mi mente a la realidad, me hundí lentamente en la bañera, cante por la ciudad, tararee las letras más bonitas que pueden haberse escuchado, grite en medio de los transeúntes, recorrí las carreteras sin mapa. Esa noche me bañe bajo la lluvia, cayeron mis atavíos, mis arrebatos, mis loqueras. Cuando me entere de tu traición y tus usadas frases chicaneras, me mire frente al espejo, sonreí, y escribi el monologo del amor, donde ni tu estas incluido, ni donde yo soy la protagonista, un monologo del hombre soñado en el mundo utópico donde las rodillas se doblan, al sonar las campanas…Autor: Andrea s

Ciega engafada

La novata, asi le decían en los pueblos, esa era la que me miraba mientras de letra en letra simulaba leer el periódico, había perdido su son picaresco de escribir, no le encontraba sentido a lo que decía, ya no sabía ni entrelazar lo que decían sus pensamientos, para colmo, tenía todas las ideas consumidas en la misma rutina vaga, empezó a leer más libros de lo común, dos por cada mes, para ser especifico, pero tan mala era su suerte, que la novata borraba lo que escribía arduamente con regocijo, se refugiaba en el toque toque de sus deditos chiquitos, de puerta en puerta encontrando algo que la animara a escribir en hojas de papel, apunta de lapiceros no tan usados en clase, la novata del amor, la rejugada en sus sueños infantiles, me la encontré vilmente escudriñando libros de la biblioteca, los besaba antes de acostarlos a dormir, los leía en los rincones de los parques, con sus gafas exageradas y sus coloridos trajes verdes azulados, recibiendo cartas de los animalejos que saltan