Una niña pequeña en los brazos de incontanbles pechos varoniles, Parecen vanas mis suplicas, una vez mas mis dedos pesan al pasar de letra en letra, de la gloria a la tragica cama de sabanas usadas, me cuesta escribir algo agradable para quien no se tiene certeza de fidelidad, mucha palabrería, no es carnal, su cuerpo parece estable y su mente navega entre pechos desconocidos, pálidos como los míos, pieles secas, usadas y frescas, alguien que quiera leerme por dentro, saborearme como si nunca hubiese probado el placer, no importa el cuando, como y porque; quiero que cuando llegue el soñador indicado se asome con un ramo de inexperimentados nombres, por si fuera poco, me explique el porque de su demora, que me coloque un apodo, tratame como si fuera un libro inexplorado, ambicioso y suspicaz, ¿quien me mirase con ganas de abrirme en cada pagina?, no pongas tus manos llenas de saliva en mi, se delicado y usa un liquido especial, alguien que pronuncie un apodo unico, no repetitivo y diferente como suelen hacerlo con mi pobre corazón, que no lo hayan utilizado con cualquier mujer, quiero algo mas, que me pertenezca, ¡si, he sido mala!, pido piedad, aun espero mucho de los demas, quiero un poema irrepetible, porque las palabras tuyas ya me los conozco, y los que leí estaban desabridos, me lastimaron y fingi amar, cuando me escapaba en unos de sus delirios, mientras nos haciamos... uno, realmente me hice una con muchas mas, porque en su mente y su piel jamas se iba a disipar su olor, traia consigo las guerras peleadas, me calle y trate de amar en cada punzo, la suciedad de sus pensamientos, nadie lo sabe, solo son secretitos que me atemorizan, el pianista toca al son de sus dedos, yo escribo gracias al sonido de mis teclas, porque mis ojos son el perjuicio de ver la moralidad de tu trato, le dejo ver mis pantis mientras se enloquece por correr tras de mi por toda la habitación, y aun asi, sigue su mente en los recuerdos que pude leer de su puño y letra a rostros extranjeros al mio...Autor: Andrea s
Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó
Comentarios
Publicar un comentario