Ya me habia acostumbrado a su olor fragante de buen caballero, es uno de los aromas mas penetrantes que se han cruzado en mi vida, lo conoci errante y mechudo en los alrededores de la villa, no pude contener el deseo de volver a verlo, que lo llame ciertas veces, mientras paseaba con mi nana, era tanto la sorpresa de mi cuerpo ante los plieges de su enchurados cabellos, que en la segunda cita le propuse un par de cosas, le di un beso, y accedi a ciertos impulsos, sus manos estallaron en mi ombligo y mis dientes en su pierna media, a razon de que me enseñara porque era satisfactorio amar; Una dama, una doncella, no puede hacer esta clase de propuestas, y menos a errantes mechudos con aspecto sensual e incontenible, la mitad de mi closet guarda su perfume, otra parte se perdio en su infalible alcohoba, y el resto de mis vestidos hacen una larga espera, en la jodida fila, mis faldas ironicamente desean ser sorpresivamente despojada por sus manos; con estas razones, me era imposible aguardar en mi castillo, esperar que pasaran las horas sin él, Ja ja ja, ¡maldicion!, asi que me era dificil no ir a sus tierras, para ojear un poco sus actividades, ver sus gestos, morder su espalda, aruñar el ombligo, mencionar hasta lo que no se le permite decir a la gente culta, pero siendo como acostumbro ser, lo diré: “montarme en sus hombros, y hacerlo disolver en sudor, en tres horas y media” , le tome por sorpresa, aunque creo que los latidos del corazon le avisaron que iba directo a su aposento, me urge llegar con rapidez, cruce un amplio rio, bravo y solapado, en una carroza de un humilde campesino de aspecto noble, estabamos algo cerca, y parecia que si no llegaba en menos de minuto y medio, mi corazon se iba a adetener, y el unico culpable, seria ese hombre, porquien mi ropa habia perdido la cordura, en este caso los buenos hilos, cuando lo encontre, estaba distante, opaco y , tome la decisión de pedir perdon por equivocarme, herirlo, lastimarlo, disparale como pajaro durante estos 10 meses, por los cuales tuvo que pasar fuertes y sangrientas batallas, donde las controversias encendieron al pueblo de aquella villa, el mechudo caballero, era valiente, leal, y audaz; explicarle que luche desde mi abandona castillo, para irle a ver, solo para complacer a mis vestidos, ¿Cómo disculparme por esto?, cuando llegue tuve la osadia de devolverme con el mismo coraje, con el que me monte en la carroza, me susurro: ¡detente!, ¡Oh, una luz! O ¿un regaño?, no pude contradecirlo, subi aquellos escalones pensando en desmallar, para ver si de una buena vez caia en sus brazos, ademas tengo una masoquista pasion por las zapatillas altas, me miro, cuando lo mire, reinó en sus tierras, un amigo de la incomodidad, el silencio; no pude esperar y lo bese, como esa vez, que lo bese mientres me insultaba con muchas palabras que no recuerdo, estaba tan concentrada en su enojo, sus cachetes sonrojados y sus ojos enfurecidos, de rabia y de celos, pero solo aquella noche me lo hizo saber, nos besamos, y mi vestido se despojo sin mas, cai en esos brazos, no son de escribano, no son de pintor, no son brazos de escultor, no son de artista, no son de comerciante, no son de curandero, no eran de espadero, ni tinturero, ni carpintero de ribera, no eran brazos de cantero, ni mucho menos brazos de mareante, eran los brazos mas comodos que me habian acurrucado, tan bien, muy bien, (suspirando), ¡Ay mi noble vasallo de amor, mi amante!...Tu esclava fiel. Historia de amor…Autor: Andrea s
Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó
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