Por el afán que teníamos aquella noche, olvidamos las llaves dentro del auto, dejamos la chimenea sin carbón durante varios días, el café llegó a su punto de ebullición, la cafetera nupcial se perdió de camino a casa, supongo que quedo en el autobús, la billetera y los libros de literatura se fueron a la hoguera, dejamos caer las maletas por el barranco, pero no nos gritamos, sólo huimos aquella mañana, y ninguno de los dos supo que el amor había acabado, las cartas de despedida quedaron en el mismo lugar de origen y cuando volvimos nos amabamos con más fuerza como ayer... Autor: Andrea s
Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó
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