Hubo una vez un titiritero, de aspecto perteneciente a la ultima palabra de los juegos bolivarianos, que manejaba a su antojo el tiempo, que manejaba títeres y muñecos a su manera; pero el titiritero me contó en cierta ocasión, que no siempre domaba todo a su gusto; me sugirió un poema para dedicarte, mientras yo escuchaba lentamente sus palabras veteranas al amor. "Posiblemente estas a kilómetros de mi, la lejanía me preocupa; cuando no estas, empieza el desespero, presiento que no te veré un día tras día, y puede que no te vea matutina mente, como lo deseo hacer, pero, hay algo extraño, que me permite pensar en ti cada día de mi vida, y queriéndote con frecuencia cada vez mas"
sus palabras me llenaron de aliento, y pude recoger una a una mis lagrimas derramadas.
Hoy puedo decirte con firmeza, que te estaré esperando, anhelando verte cada mañana, acobijare tu cuerpo tibio, tomare sin control el color pálido de tu piel cada noche, contare uno a uno, los vellos que en linea recta bajan de tu ombligo, hasta los dedos de tus pies, con amor tomare la llave prohibida de tus pensamientos, y la clavare en mi inocencia mental, No llorare frente a ti por esta corta partida, pero en silencio lamentare este mismo; una vez, mientras conducías, no te dije cuanto apreciaba tu manera de besar lentamente, en el silencio del sol apartado.
quisiera no llorar, mientras escribo y te recuerdo, pero en este encierro lanzado por zeus, quien es nombrado "padre de los dioses y los hombres". No podre detener mi muerte, la cual se hace lenta, sino estas para hacerme volar, lo único que quedaran, son cenizas y dolor por esta distancia maldita....
Todo esta historia, es rutina cada mañana, ya que sufro de un olvido diario, una triste desorientación por sus besos apasionados.
Cada atardecer, me cuenta una joven que, "Hubo una vez un titiritero..." y en cada partida mis años se acortaran. .................. Autor: Andrea S.
Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó
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