¡Maldita sea!
Maldita sea el grano de este pueblo miserable y católico.
Maldita sea la tierra con olor a frutos virgenes, que me embriaga con sus engaños de rezo puritano, envolviendonos a todos cual planta carnívora que come mi lengua y mis gritos, que come mi carne y la escupe frente a la gente de este pueblo. ¡señores! Todos ciegos ante mi desnudez, ante mi frio, ante mi dolor.
Maldito pueblo, ingrato y putrefacto, con olores a hambre y oscuridad.
Piso firmemente sobre la carne podrida que dejo la guerra, para no quebrar en llanto desconsolado de este pueblo sediento de justicia.
Maldita la tierra donde he nacido y los descendientes a los que ame.
Recorri desde la alta guajira hasta la punta del amazonas, desde el extremo del choco hasta los llanos mas lejanos, y me enamoré de una tierra hipócrita, de la sonrisa de un niño, del viento que baja de la montaña, del agua que bebi de sus rios y cascadas.
Me ha embrujado esta tierra para no dejarla, ¡Garzón! Amigo nuestro, hablame un poco de tu sueño antes que toque mi piel el nido de la locura, ¡Márquez! Escucha mi voz, manda un poema desde el macondo donde reposa tu cuerpo a las gentes de este pueblo. Aquellos otros que se alejaron de este sepulcro de lamentos desgarradores de luna en el dia, de sol inclemente por las noches, aquellos bienaventurados gocen de desentrañar sus cordones umbilicales de esta ceiba llamada patria. Mis lunares se tiñen del rojo oscuro de tu sangre, ¿quien me quitara esta tierra? ¿Quién llenara mi vasija con algo para comer? ¿Quien amamantara a mis bebés? ¿Quién quitara la sed de mi boca? ¿Quién me devolverá a mis hijos que he dado en vano a esta patria?
¿Quién le tomará una foto al dolor de mi alma y la mostrara antes los jueces de este vulgo inquieto?
Me siento desgastada, me quedare sin voz y antes que me maten, escondere mis senos de mujer, mi cabellera india, mis ojos, mi boca y en la noche volveré a ser diente de tigre, tambor de yegua, sonido de flauta, pluma de ave nocturna, ire tras lo profundo de la gran cordillera, les mostraré los rituales de seres subterráneos que esconden los senderos y caminos; y a ustedes volveré como semilla del campo.
Entre silencios y sombras amaremos esta tierra viciosa y a la gente de este pueblo.
Autor: Andrea serrato
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