Imagina...
Una noche de luna impacientada, alquilada para ser cómplice de una locura desbordante de mucho amor, donde el placer sea la cúspide de nuestras locuras. Inventamos puertas y ventanas para un cuarto, habitamos ese espacio vacío sin dejar más lugar que para el delirio y el placer.
Imagina...
Las caricias inquietas, con las que nos desnudamos como si estuviéramos deshojando una flor y caen nuestras ropas al suelo como la caída de un telón.
Dejando al descubierto el escenario para ensayar las más bellas fantasías, un volcán en las bocas, una increíble erupción de besos y caricias con instantes de suspiros. Nuestros ojos cerrados, concentrando todas las sensaciones y emociones que nos asaltan salvajemente.
Bajo el ecuador de esta noche... sobre los ruidos de la ciudad, somos dos cuerpos en uno, desprovistos de cualquier moralidad; una misma piel desesperada siendo explorada por lenguas inquietas. Yo huelo tu selva salvaje y me impregno de todos tus aromas y me pierdo en tu laberinto palpitante... originando desordenes.
Tu buscas el fruto emergente de un verano encendido y tu boca lo aprisiona resbalando en sus contornos y tu lengua de fiesta.
Bajo esta influencia nos hierve la sangre... burbujeante haciéndonos perder la razón. Desatando el afán libidinoso de todas las bestias que nos habitan y comenzamos la lucha... cuerpo a cuerpo sin ser enemigos.
Lucha lujuriosa y placentera, donde resultamos triunfadores los dos.
Me muerdes.... te estrujo.
Me arañas...
Imagínate...
Tu flor abierta y mi espiga madura dispuestas a la entrega, entrega y posesión al mismo tiempo... un ritual de la carne, donde reposar la locura.
En mi entrega horizontal, yo te poseo.
Galopando como un potro desbocado en lo profundo de tu vientre.
En tu entrega vertical, tu me posees con la mágica danza de tus caderas.
Saltando libre, abierta y apresurada por el deseo de llegar hasta que al fin nos detenemos y temblamos en esta noche sin frío.
Lanzamos nuestro último suspiro...
Mientras se derrama un torrente de estrellas para envidia de la luna llena.
Imagina... que no tienes que imaginar.
Que todo esto podemos hacerlo realidad...Autor: Alberto Garcia
Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó
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