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Rumbo a la gloria

¡Wuao!, fue lo único que pude decir cuando lo miraba fijamente, tratando de ocultar mi interés en la delicada forma de su mentón, (me fue imposible). Tenía una curvatura entre sus mejillas y sus labios, que no sabría describir con exactitud la belleza de su angelical rostro, les digo, no es la clase de tipo que simpatiza al instante, lo sé porque de tal manera tengo que analizarlo para no equivocarme en lo que estaré a punto de decir, más bien, aquí entre nos, es la clase de hombre que abre una cavidad pervertida en mis criterios femeninos, pues soy esa clase de mujer que se excita al ver su cabello revoloteando sobre la silla, con una volatilidad tan intensa y una naturalidad tan espesa, como el día que puso sus manos sobre mi ombligo, y desperté siendo una mujer, a veces siento una cantidad de baba salir del orificio, es la revocación sensorial de mi exuberante sentido, es decir, me entra la calentura, al parecer los cabales de este escrito han perdido la dirección, pero dime... ¿como no salirme del contexto, si en este instante empiezo a recordar su piel?, se supone que no es delirio, que es ciertamente verosímil su existencia, pero casi siempre, no puedo creer como esta ahí, al lado mío, hablando sobre música, sus sueños, una guitarra diplomática de afinidad, se queda mirando a un costado de la ventana del bus, ciertamente lo veo y me parece una gran idea de comermelo a besos, solo sé balbucear cuando me pregunta algo, pues me desconcentro con facilidad, por la inmoralidad de imaginarme estando a solas con él, si ustedes conocieran la infinidad de su sonrisa dentro de la mirada mía, comprenderían que no es sencillo dejarlo ir de mi casa, después de 10:30 de la noche, tan protegido de la maldad, tan inocente de mis deseos feroces, tan tierno e intenso que no se despega de la reja, buscando una clase de amor, para ser amamantado; no me quejo, pero me encanta hacer de su cuerpo un experimento. Ahora, hay instantes como estos, donde lo miro en silencio, y solo le pregunto a Dios, ¿Qué tengo que hacer, para que me lo des de regalo?, no estoy diciendo que sea un capricho, o que él, sea un objeto móvil, simplemente sé, que soy la mujer indicada para amamantarlo de amor, cubrir su pecho con recetas manuales, saborear el sudor corporal de sus labios, o los vellos que rodean cierta parte de su ombligo, quienes cubren parte de su desnudez, y desbocan hasta el otro continente de su espalda, soy quien puede acariciar sus piernas provocando una leve inflamación en sus nervios, y quien sabe como amarlo hasta el día de mi muerte; tanto así que, aún sigo pensando que hago aquí, viendole como una tonta babeante, pudiendole tomar las manos, y llevarlas hasta mi pecho y decirle: toca, siente y amame, que a de aquí en adelante nada pasará desapercibido... Autor: Andrea s

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Me encanta masturbar a una mujer.

Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó

Poema Amor Verdadero de William Shakespeare

No, no aparta a dos almas amadoras adverso caso ni crüel porfía: nunca mengua el amor ni se desvía, y es uno y sin mudanza a todas horas. Es fanal que borrascas bramadoras con inmóviles rayos desafía; estrella fija que los barcos guía; mides su altura, mas su esencia ignoras. Amor no sigue la fugaz corriente de la edad, que deshace los colores de los floridos labios y mejillas. Eres eterno, Amor: si esto desmiente mi vida, no he sentido tus ardores, ni supe comprender tus maravillas.

EL FINAL DE UN LIBRO DE AMOR

T odo ser humano tiene su don, su talento, su propósito, así mismo, todo artista dedicado tiene su gran obra maestra, su best seller, algo maravilloso que lo impulsa al estrellato, al reconocimiento o que lo deja en memoria eterna para el resto que queda y los que han de venir, algo que nunca jamás volverá a existir a los ojos de los hombres, y eso debes saberlo; sino encuentras la respuesta en el plano físico de tu gran obra, tal vez tu mejor obra, tu gran obra maestra seas tu mismo. Tuve un primer único amor, así que, toma con calma esta despedida… Aquí  estoy haciendo mi gran obra en ti, tratando en de encajar en un lugar pequeño, apretado, vacío, pálido, incompleto, insensato y muchas veces grotesco con personas a las que creí conocer; y no hablo de sueños, ni de espacios, ni de personas. Fluyendo en el limbo a tu lado, sin saber lo que me espera mañana. Y justo aquí, en este justo momento donde despierto de un mal sueño de muchos años, ha venido una premonición que revela el re