No he podido descifrar que pasa en esta vida con la vida mía, a veces siento que soy una espina dentro del dedo del pie, o solamente soy un dolor entre el pecho y la espalda, estoy un tanto confundida. He tomado algunas copas, sin embargo no llenan mis expectativas femeninas, compañero mío, tengo algo para decir, tengo miedo y unas inmensas ganas de llorar, estar en frente no es fácil, y menos cuando tienes un público tan exigente, con esas malditas máscaras que se maquillan con superficialidad, esto no parece normal, estoy algo susceptible por lo que pueda o deje de pasar entre los dos, siempre me pasa, pero nunca logro acostumbrarme. Al parecer es más fuerte, y me siento como un hielo quebrado en la Antártida, un polo lejano al frío, desconocida. tomando también unas gotas de sudor ajenos, sé que se pone cabezón de tanto pensar, lo sé, porque me lo ha demostrado, sé que no lo hace con intención de herir, lo sé, sé cuando se aturde, y entre mis pechos reposa, lo sé, pero déjame ir, lo que sé, lo olvidaré, y será un efecto retardado de un pedazo de luz, que al final lograré bajarme de esta tarima, quitando dichosas máscaras descaradas y descabelladas; así podré irme lejos, donde deseare tenerlos, a él para besar lentamente, mirarlo mientras cambia los colores, como la primera vez, y al resto, para saludar como aquello que deseas y nunca lo podrás tener, pues te das cuenta que quieres a todos y amas a uno, adiós compañero(cogí mi morral y en el primer avión salí, en busca de aquello que tanto desee "paz")... Autor: Andrea s
Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó
Comentarios
Publicar un comentario