Ya vengan! Que vengan, los que quieran venir, que pregunten por el!, la verdad, estoy agotada, desgastada; lo arrancaron de su vida, lo apartaron, y al abrir sus ojos, desee morir al verla padecer de ese modo, desee ser la asesina de su alma, otra vez, la misma historia para aquella desdichada mujer, pero a diferencia de los demás, le escribiré cada noche, como la plana que nunca fue admirada, por ser el castigo merecido, y cumplido por obligación para aquel roto corazón. ¿típico final?, es que ¿acaso esto estaba predicho?; si, luna, me respondió esa desdichada, llorando dijo: "Sabíamos que nuestro encuentro de una u otra forma se disolvería, quisimos ignorar esto, pero ¿ya ves?, la marihuana del miedo, fue disuelta en pureza, y se ha convertido en un hombre reptil. ¿Acaso la soledad y la venganza desvirtúa su juventud?; si, luna, me respondió la desdichada. gritando dijo: "Mi error fue volver a verle, fue un error besarle sus labios, porque en el despecho del desamor, los terceros solo son distracciones; insegura estuve esperando, pero un joven replicaba que lo de nosotros resultaría tal vez, pero, ese joven no sabia que morirá en llanto, porque no lo amaba". Luna, quise a ese joven, no te lo niego, pero es aquel. luna, "lo veo a él, cuando hacemos el amor en mis sueños, y tomamos mas ganas, que ayer"; Mientras, Tu te condenas nombrando mi nombre, frotando mi piel, yo me condeno gimiendo su seudónimo, recordando su nombre, exaltada de hiel. El joven buscaba belleza, porque carecía de la misma, superficial y egoísta, en su transcurso la humildad, se le hizo ancha y profunda, mientras ese joven trataba de perfeccionar su perfecto ser, un brujo de mares, un hombre de tierra, un soldado derrocado, vencido y derrotado, me reclamaba. Fui parte del perfume de sus sabanas, él es parte de mi ombligo, mis pechos, mi alma y mi espalda, ¿le duele aceptarlo?, lo siento, puedes irte, seguir indagando vagabundas, por mi parte no puedo, ni quiero volver a intentarlo...Autor: Andrea s
Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó
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