“El soñó dentro del vientre de su madre, con esos ojos
coquetos, esos labios provocantes, ese cabello perfumado, ella conoce que son
su debilidad; pero aun así, él logra disimular su situación, él dice que no es
justo arrancarse los vellos de los brazos, las raíces del cuero cabelludo y del
pecho, porque simplemente se levanta por las mañanas y no la ve despertar a su
lado. Con tal de tenerla en el ventanal cada noche, con mucha ropa que cubra
esa decencia e inocencia pura de su niñez, ellos saben que están destinados el
uno para el otro, pero ninguno dice nada”
Ella era una mujer de contextura perfecta, el detalla sus
uñas y calor de sus tobillos, los detalles imperfectos de sus rodillas, los
matices de sus coquetos ojos, los muslos y su ombligo, el paraíso de sus
curvas, el deleite de su voz al calmar las tormentas diarias, el canto
angelical que emana de su tierna boca, al parecer no tan diferente que las demás,
comía, bebía y dormía, ella era tan común, andaba campante por las terrazas de
las casas, bailaba feliz cada tarde, con sus faldas polvorientas y sus negros cabellos,
que gozaban el desorden al son tocar de la suave brisa, hasta el viento era
jubilo de sus piernas, rozaba de arriba hasta abajo, con tal de sonrojar sus
mejillas, mientras que él tapaba su vista ante cualquier malentendido, cerraba
sus labios antes de hablarle, era impertinente que su voz llegara a sus
delicados oídos de mujer, era el miedo de acercarse a su cuerpo suave y joven,
con tal de mantener la intrigante espera, eran solo ellos al vaivén del amor. Él
la observa cada siete horas, cada siete noches y cada desvelo que comenzaba a
cualquier minuto del jodido día; parecía tan común, no la sacaba de su cabeza,
de su pecho y sus pantalones, la llevaba en sus recuerdos y en sus sueños. La
contemplaban debajo del balcón, se asomaba al ventanal coqueta e inocente se vestía
de seda, quitaba y ponía su aroma en las mecedoras de su jardín, ella se fue
convirtiendo en algo más de lo común, ellos estaban enamorados. Ella insistió con
su mirada, era tan poderosa y penetrante, que no pudieron resistirse ante un
encuentro furtivo, no hacen falta palabras al estar juntos, miró fijamente,
clavo el fuego de su amor silenciado, él lo logro, ella acepto; esa misma noche
deberían penetrarse en los planes del destino.
Subieron a la montaña cada uno por su lado, sin saber lo que hacían, temblorosos
y ansiosos, Frente a la cascada, la llovizna suave que se derramaba en el pecho
de ese hombre hambriento, en las fuentes del placer se desbocó en una palabra,
una sola basto para bailar entre la luna y estrellas, el sonido del agua
derramarse en sus dedos vírgenes, ella jugueteaba con el desespero de un hombre
enamorado; Un poco lejos de las casas amarillas, rojas, azules, verdes, de
todos los colores y olores, parece un verano de flores con todos las texturas y
tamaños. Ella peinaba sus cabellos mientras el enamorado se acercó a oler sus
deleites, después de tantos juegos, aun así el no paraba de buscar la solución de
ese desespero, termino perdido en los ojos de esa mujer sin solución, sin
resolver el trastorno que le causaban sus curvas; ella se dejó besar implorosa,
sin preguntas sin miedos ni temores. Esa era la primera vez que hacían el amor
sin tocar aun sus cuerpos, sin contenerse, era de esos besos que nunca se
detiene, Tantos años de locura, observarla días, semanas y meses, conocer equívocamente
su ser, al verla ducharse a lo lejos de las torrente de aguas, ya era hora de
besarla y calmar su hambre, era el momento preciso para evadir el trastorno que
le causaba su reflejo cuando no se asomaba al balcón, fue la melodía de un violín
mental, que los enredo de tal manera, que esa misma noche, sentados en la
hierba, con la soledad eterna de media noche, desvistieron sus ganas, tocaron
sus latidos, posaron en la tierra la vez primera de amar juvenilmente, con
sonrisas y carcajadas, besos estrenados de niña, en el vientre de una colina cerrada, se escuchó
un gemido de inocencia, ¿qué sabe el?, si la sombra ha sido ella, en esa
historia de amor, despertó su carne, oculta amiga al final de la noche, antes
de caer la luna, los dos fueron uno solo..Autor: Andrea s
A petición de un compañero.
Comentarios
Publicar un comentario