El dia ha terminado, todos se han marchado, excepto el hombre con su camioneta negra, tenia una vestimenta neutra, parecia tan distante, pero ¿Qué hacia ahí?, hace tiempo no se le veia por estos lares, ese hombre tan misterioso, frio y palido, todos estabamos dolidos por Camelia, todo el pueblo llego a despedirla, tal vez se hubiese salvado la hermosa camelia, de caderas sencillas, de piernas delgadas, de brazos flacidos, de cabellos pulidos y de sonrisa esplendida, con sus labios partidos y quebadros, si la indulgencia del pueblo se hubiese acabado en su debido momento, muchos me contaron la historia de aquel hombre con aspecto de ganadero, (nunca la crei), hasta que me acerque mas de lo permitido, por un miedo y las supersticciones de muchos alrededores me abstuve de correr hacia la curiosidad, me acerque con tal valentia porque me acompañaba Mami Sofi, en sus ojos desgastados habia un brillo celeste, una luz parpadenate que gritaba alegria, estaban escondidos muchos secretos bajo su puñal de ladronzuelo, bajo sus pestañas en cada parpadeo me hablaba de un sueño frustrado, queria ser doctor de un aldea cercana, o cirujano, realmente no escuche muy bien, porque sus huesos quebraron al pronunciar el nombre de Camelia, pero las posibilidades de no pagar una carrera tan costosa en aquella epoca, aumentaban, como la gripe, el ebola y las embarazadas que no usaban ropa interior, por la humedad de las lluvias, guardaba un reverendo secreto, un cadaver, y un apostrofe del amor que nunca pudo ser, tenia en su mirada una impotencia de tener lo que nunca pude tener, un amor de maquina ochentera, o alguna de esas noches, donde su dama pudiera trepar el arbol, uno que estaba cerca de su ventana, que le impedia escaparse de la vigilancia de los simios (se le conocian a sus guardaespaldas); todo eso lo supe con tan solo mirar de reojo, la profundidad de sus ojos azules, era un hombre desgastado, pero note que en su juventud fue atractivo, pero esa tarde no me parecio indicada; Es una buena época (pensé, mientras me asomaba por la ventana, preguntándome de qué escribiría ahora), escribí aquel encuentro con ese hombre, su nombre era difícil de aprender, en un pueblo donde se conocen las caras y los apellidos, solamente me acuerdo de su triste mirada...mientras sucedía esto, deje pasar de una a una estación, la gente del pueblo era la misma, sacaba excusas y sombrillas, y empecé a desempolvar libros, aprender sobre cirugía cruda, para sentarme en una silla cómodamente, y sacar el pretexto de no ir a la peluquería, (por muchas razones) o solamente recordar que el precio de la belleza, descose mis bolsillos, o también inmortalizar que ciertos cabellos (como el mío), los peinados necesitan un trato especial en estas fechas, lejos de la lluvia (reseca y fría), que solo sirve para inspirarnos en escribir el primer desaforado pensamiento, comparado con aquel hombre conocido en todo el departamento como Don Francisco; creo que una llama lo hacia olvidar de las cosas esenciales; Día 13, en esa bitácora, no hay lugares firmes, hay líneas entre cortadas, víboras ardientes que absorben la inocencia, y un hombre con aspecto frágil y un repleto de impotencia por Camelia, la hermosa Camelia, que tenía desesperado aquel hombre con un sueño ardiente, lo único que supe de él, es que años después, vendió sus bienes y poseciones, dejo un ramo de flores en las puertas de la gobernación, donde estaba el padre de Camelia, y se marchó al amazonas, a cumplir y salvar las vidas de muchas Camelias.. Autor: Andrea s
Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó
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