¡Wuao!, fue lo único que pude decir cuando lo miraba fijamente, tratando de ocultar mi interés en la delicada forma de su mentón, (me fue imposible). Tenía una curvatura entre sus mejillas y sus labios, que no sabría describir con exactitud la belleza de su angelical rostro, les digo, no es la clase de tipo que simpatiza al instante, lo sé porque de tal manera tengo que analizarlo para no equivocarme en lo que estaré a punto de decir, más bien, aquí entre nos, es la clase de hombre que abre una cavidad pervertida en mis criterios femeninos, pues soy esa clase de mujer que se excita al ver su cabello revoloteando sobre la silla, con una volatilidad tan intensa y una naturalidad tan espesa, como el día que puso sus manos sobre mi ombligo, y desperté siendo una mujer, a veces siento una cantidad de baba salir del orificio, es la revocación sensorial de mi exuberante sentido, es decir, me entra la calentura, al parecer los cabales de este escrito han perdido la dirección, pero dime... ¿com