Soy esa clase de mujer con grumos en los ojos, guiños en los párpados, Alejandro; algo de gritos sangrientos en la nariz; sin embargo, soy esa clase de mujer, que necesita ser amada, o por esa única razón, necesito 10 en hombres en mi cama, y gracias a Dios, lo he conseguido en ti, soy la ninfómana virgen de un solo hombre, quien provoca el papel de aquellos 10, y hasta más. Una de sus cualidades, no es exactamente bailar, pero tiene un movimiento en sus caderas, y aunque no pueda guiarse bien, sabe llevarme a los rincones de amanecer, más hermosos que he visto en mi vida, aunque tropieza con rapidez, por la falta de vista, sabe como hacerme ver, me hace temblar de pies a cabeza, tengo la bajeza de llevar conmigo, su sudor, su aroma, y parte de su humedad, en mis cavidades; Me encanta sentir la temperatura original, de sus piernas totalmente adheridas a mis muslos, soy esa clase de mujer que se entrega sin medidas, y se detiene cuando esta cansada y pide ayuda de un cuerpo, tu cuerpo. Me siento como un bebé, delicado y un tanto sentimental, porque sé lo que has pasado, y lo duro que fue madurar, sé lo que has hecho por este amor, solo quiero hacerte feliz otra vez; dice cosas sin sentido, y cosas que llevan el sentido, No te regalo mi vida, porque ya la tienes, entonces estamos sostenidos mutuamente, Yo soy quien te protege, quien te da felicidad tanto como tú a mí, solo tienes que seguir tus instintos, Perdoname amor, me he equivocado, mi actitud, es la causante que pases momentos amargos,
no debería señalarte, solo debería explicarte,
No eres débil, eres mi fortaleza,
Y al ser mi fortaleza, yo podré protegerte,
Para eso me tienes, para concluir, lo que necesitas, es un abrazo y un beso mío.
Y sientas que estoy ahí, como siempre... Autor: Luis Arias y Andrea s
Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó
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