Nadie, excepto yo, ninguna, a excepción mía; te podría especificar con cada recurso, el meditado desgaste, que tuvieron mis partidas, pero me estoy desgastando, podría llegar a tu puerta, pero faltan las palabras adecuadas, no podría ser el tiempo, pero moría porque supieras cuanto te extraño y te necesito. Si pudiera decírtelo, tan solo lo escribiré, tal vez lo dibujaría, pero el llanto no me sostiene esta vez, porque esta vez, no habrá titulo, es una historia corta, un desenfreno juvenil, en lugar de clases, un caja de sonrisas, un paso apresurado, tratando de llegar a la parada del transporte, sin desmayar, sin volver a mi carril, los minutos se hacían largos para ese entonces, y en cada parada pensaba: "detente, detente, detente". Para mi es tan delgado e incoherente, tan inofensivo y poco razonable, tan inocente, que cuando llega la noche, soy yo, quien desgasta su saliva, le hago el amor a pasitos lentos, estoy aprendiendo, memorizando aunque me cuesta. En un abrazo esc