¿Un día común?, lo expresare sin efusiva emoción, lo diré tan claro y tan solemne, tan maquinado un poco fuera de control; llenando, solo con caricias ajenas, un vacio repleto de mensajes subliminales, que dejan la inmensa e insatisfecha soledad acompañada; no digo que estoy infeliz del todo, estoy un poco sonriente; ¿qué más puedo pedir?, volvió aquella persona, quien arrepentidamente se disculpo y entre mis rodillas se declaro. Nuevamente le sonreí, quizás merece la segunda oportunidad que pide, quizás estoy tan desdichada, que el olor de aquel, me hace delirar y verle siempre, en el rostro de otras personas. No estoy del todo confundida, muchos tratan de sorprenderme, pero no estoy a excepción de sonreír; soy una mujer, que a veces necesita gritarle a la luna, soy el tipo de joven, quien lleva dentro de sí, una quimera. Me prometieron un cielo estrellado de realidad, pero ¿Dónde está el dueño de las estrellas? Solamente quiero iluminarme del cielo estrellado, y a las pocas horas de esto, me fui al circo, preguntándole a la gente por el dueño de mi cielo estrellado, queriendo desmaquillar al payaso que… quizás no volverá, he decidido alejarme de las siluetas, que constantemente se presentan en mi habitación; yo sé, lo sé, porque aun esta asomado en la ventana, pero mis ojitos, no lo alcanzan a ver, tocando las puertas del cielo se encontrara, jurando estar a mi lado y al mismo tiempo , me encuentro en medio de la gran marea, frente a los navegantes del norte, sur, oriente y occidente, distintos rostros, con la misma intención. Pero no paso mucho tiempo, cuando un acróbata, abrió el telón en dirección al cielo, y le pregunte: ¿Qué logras con esto?, amablemente me contesto: “recuperando, dedicando mi tiempo, mis estrellas y mi cielo, a ti”…Autor: Andrea s.
Ver como su cuerpo se estremece, sus ojos se pierden y su respiración se hace mas forzosa. Me gusta jugar con el ritmo y la velocidad, que mis dedos dancen en su entre pierna, mientras mi boca explora su piel, juguetea con sus pechos, dando pequeños mordiscos, sutiles pero apasionados. Me gusta arrancarle gritos y una que otra palabra sucia. Me gusta que se despoje de todo prejuicio y sea quien desea ser todo el tiempo. Me gusta que entre la lujuria y la pasión me desgarre, que se haga mas frecuente su respiración, que arda la piel y justo en el éxtasis del momento, llegue al clímax cortando con un grito. Un grito diferente, uno que es mas silencio. Como si muriera momentáneamente y despertara con una sonrisa, una completamente sincera. Me encanta masturbar a una mujer, por que cuando acaba, significa que apenas empieza lo mejor. No estoy hablando de sexo señores, hablo de esa complicidad, esa intimidad que solo se consigue con la confianza mutua de hacerse el amor... Autor: Anó
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